De la bruma a la nitidez…
Una de las primeras preguntas que apareció cuando empecé a meditar es ¿para qué *carajos* me sirve esto? (claro que podríamos omitir la palabra en asteriscos, pero lo cierto es que a mí me vino de esta manera). Pasaba “mucho” tiempo allí, invertía demasiado (lo necesitaba y disponía de él), continuamente venía la duda ¿estoy perdiendo mi tiempo? Respiraba, intentaba una y otra vez estar en la percepción, sin hacer NADA, solo estar, solo darme cuenta de la vida. Me asaltaban emociones, lloraba, sentía que me inundaba el amor, casi siempre en medio de lágrimas. Sin embargo, antes de la meditación vino la escritura, comencé a escribir todos mis pensamientos, sobre todo aquellos que más me movilizaban, en especial los que me agobiaban, había muchos, cientos, miles (risas). En uno de esos escritos, encontré el siguiente: ¡Quédate aquí! No desear que nada termine antes que sea el momento. Amar tanto la vida que cada cosa tenga su espacio para ser, con su lugar y su tiempo. ...