La carrera / No carrera
No superamos nada. La vida no es una carrera de obstáculos. El camino tiene curvas, bajadas y cuestas, piedras y huecos; también tiene campos verdes y florecidos, ríos que lo riegan y todo el paisaje, completo.
Esta fue la conclusión a la que
llegué un día luego que me preguntaran si había superado a mi ex. De alguna
manera había trabajado tanto en integrar lo que había ocurrido en “nuestra”
historia, que ya no me dolía aceptar que siempre estaría en mi memoria y en mi
ser. Parte de lo que fuimos, cuando estuvimos juntos, permanecería. No de la
manera como uno suele pensar que permanecen las personas en la vida, sino de una
nueva forma. Lo que sentía hacía él antes de la ruptura y luego de ella, estaba
tan disuelto en mí que ya no sabía distinguir muy bien qué era que. Es decir,
ya no lo extrañaba como los primeros meses luego de la separación, pero sentía
una sutil confianza en lo que había vivido a su lado; la confianza que da el
amor y la entrega absoluta de lo que eres. Podía sonreír con el alma cuando los
recuerdos llegaban. Podía ser consciente que, a pesar del dolor, había conseguido
correr todo el proceso en los arroyos subterráneos de mi alma, purificar mi
agua. Ya sé, todo muy metafórico, pero así lo siento. ¿El proceso? (risas) nada
sencillo, mucho sudor y lágrimas (literalmente).
La vida no es una carrera de
obstáculos, la vida es el camino. Lo que nos va pasando en el camino, es lo que
vamos integrando -o rechazando o huyendo o haciéndonos los ciegos- según sea el
caso.
Yo, en últimas, escogí no superar
nada. Elegí disolver en mi ser cada una de las experiencias que vivo.
¿Qué es disolver las
experiencias? (risas) – luego les cuento.
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