Lo que es adentro, es afuera

 


Que como es adentro es afuera. Parece una frase trillada de estos tiempos, pero la realidad -cuando la observas a detalle- te sorprende.

Hubo un tiempo en que la sala de mi casa se quedó vacía y así me sentía. Un hueco hondo y profundo se me había abierto en el pecho.

No podía ocupar el vacío, ni siquiera energía tenía para hacerlo. Comencé a sentarme en medio de la sala desocupada enfrente de un gran velón – el más grande que pudiera conseguir, me había recomendado mi terapeuta-. El propósito era que se consumiera al ritmo de la pena que me habitaba. Creo que debí comprar uno más grande, pensé cuando el velón se acabó y todavía la pena no terminaba de consumirse.

Volvamos al vacío, a ese hondo hueco que me habitaba o más bien que yo habitaba, porque mi sala vacía se había convertido en mi lugar para meditar frente al velón con mi perro al lado. Lagrimas calientes y gruesas me resbalaban durante las meditaciones, luego en mi caja de grillos aparecía la imagen de Alicia llorando hasta inundar la habitación. Ojalá me salieran lágrimas de diez centímetros de profundidad alcanzaba a pensar, tal vez así logro dejar de llorar más pronto de lo esperado.

Vacía me sentía, vacía estuvo la sala durante un tiempo. Mi terapeuta un día me dijo: habita ese vacío. Yo no entendía nada. Debía vaciarme por completo, lo que está lleno no se puede llenar más. Para acceder a lo que viene luego hay que abrir espacio, sin embargo, sólo en retrospectiva logramos reconocer el valor de ciertos instantes.

Qué poco estamos acostumbrados al vacío. Nos produce miedo un sitio desolado, nos cuestiona un espacio libre y despejado, terror sentimos al asomarnos a un abismo. A fuerza y voluntad habité la sala vacía, pero, sobre todo, me hermané con ese hueco que tenía dentro, lo miré y en definitiva decidí no llenarlo, ni taparlo, ni saltarlo, ni nada. Sólo lo contemplé.

Un día cualquiera el hueco ya no se sentía extraño, un día pareció un hermoso acantilado, un mirador de esos que nos da por ir a visitar de vez en cuando. Así es, hoy, aunque la sala ya no está vacía, tengo una linda vista desde el mirador que me he instalado. 

 

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